Quienes me leen con frecuencia saben que suelo mirar la realidad desde sus puntos ciegos, no desde sus certezas. Me interesa más lo que falta que lo que abunda; más lo que no está que lo que se muestra. También saben que me gusta definir las cosas por sus ausencias, por esas líneas invisibles que dibujan sus límites. Hoy no será distinto.
Las ideas de Edgar Morin impactan con una fuerza especial cuando se aplican al arte —porque de arte se trata— de entrenar, de observar, analizar e intervenir en la realidad viva que es un deportista.
Morin nos invita a contemplar no tanto las partes de un sistema, sino las relaciones que las enlazan, los hilos que tejen el todo. En ese cruce de vínculos y tensiones surge uno de sus conceptos más fascinantes: lo que Morin llama “la otra cosa diferente”. Algo que emerge de la interacción entre las partes, algo cualitativamente nuevo, irreductible a la simple suma de sus componentes.
Esa idea me resulta realmente inspiradora. Explica por qué a veces un deportista puede mostrar deficiencias evidentes y, aun así, rendir con brillantez; y por qué otros, aparentemente impecables, permanecen estancados. No es sólo cuestión de fuerza, técnica o mentalidad: es cuestión de cómo las partes dialogan entre sí, de qué nace de su encuentro.
Ahí reside, precisamente, la mirada del entrenador verdadero: en descubrir cómo disponer esas piezas, cómo hacer que se encuentren de tal manera que “la otra cosa diferente” aparezca. Ese algo intangible que transforma el rendimiento en expresión, el esfuerzo en armonía, y al deportista en una totalidad nueva, distinta, más profunda.
Por eso, cuando los entrenadores se enredan en la eterna discusión sobre qué es más importante —lo físico, lo técnico o lo mental—, olvidan que lo esencial no está en cada elemento por separado, sino en la manera en que se entrelazan. Porque, como suele decirse, el diablo está en los detalles; y aquí el detalle no es lo que se ve, sino lo que sucede entre lo que se ve: la interacción, lo invisible, aquello que no es, pero que transforma todo lo demás.
En fin, las ideas de Morin son tan relevantes para tantas cosas que a los entrenadores nos interesan, que estoy seguro de que habrán más artículos relacionados con ellas.


