Llevo un mes en China, entrenando y asesorando a atletas y al staff técnico de la provincia de Guizhou, en el centro-sur de este enorme país. No es la primera vez que disfruto de su hospitalidad y, por cómo van las cosas, tampoco parece que vaya a ser la última. Dicho sea de paso, China es la Meca de las instalaciones para Canoe Slalom, con grandes canales e instalaciones auxiliares.
Durante estas semanas de intenso trabajo, he participado en numerosos entrenamientos y en muchas cenas. He observado con atención, tanto en el río como alrededor de las mesas circulares donde los platos se comparten de forma comunitaria. He interactuado y también he analizado las interacciones ajenas.
De estas experiencias han surgido muchas reflexiones, pero hay dos temas que han captado especialmente mi atención: el liderazgo y la dieta mediterránea. Dos conceptos que en Europa solemos tratar con una universalidad sorprendente.
En Occidente, el liderazgo se asocia con una serie de cualidades más o menos inamovibles: carisma, toma de decisiones ágil, inspiración, cercanía con el equipo y comunicación clara y directa. En China, sin embargo, la visión es distinta. La jerarquía está más marcada, el respeto por la experiencia pesa más que la iniciativa individual y la toma de decisiones tiende a ser más colectiva. La figura del líder es poderosa y su presencia es constante, incluso en nuestro equipo deportivo.
En más de una ocasión he errado tratando de utilizar concepciones occidentales con atletas locales. Como cuando dije a una de las atletas, mientras chocabas sus palmas con las mías: “estoy a tu servicio”. A las pocas horas alguien me dijo: “no vayas por ahí porque no lo van a entender”.
Esto no significa que un modelo sea mejor que el otro, sino que cada uno responde a un contexto cultural distinto, con su propia lógica y razón de ser.
Lo mismo ocurre con la alimentación. En Europa (o al menos en España), la dieta mediterránea es vista como el paradigma del equilibrio nutricional: vegetales frescos, aceite de oliva, pescado, legumbres y una cantidad moderada de carne. Desde nuestra perspectiva, es el modelo de salud por excelencia. Pero ¿es así en todas partes? En China, la idea de una dieta equilibrada es diferente. Aquí, la variedad es clave, la sopa es un elemento esencial de cada comida y los alimentos se valoran no solo por sus nutrientes, sino también por sus propiedades dentro de la tradición médica y cultural del país. Lo que en Europa consideramos saludable puede no serlo desde el punto de vista chino, y viceversa.
Esta nueva estancia me ha recordado que pocas cosas son realmente universales. Tanto el liderazgo como la alimentación están profundamente arraigados en la cultura, en la historia y en la manera en que cada sociedad entiende el bienestar y la armonía. Lo que damos por sentado no es más que el reflejo de nuestra propia perspectiva. Y cuando cambiamos de entorno, entendemos que hay muchas formas válidas de hacer las cosas bien.
No quiero que se malinterprete: creo que existen valores universales, pero también que a veces confundimos con valores ciertos conceptos que en realidad son solo caminos para alcanzarlos.
El liderazgo no es un valor en sí mismo, sino un medio para potenciar lo mejor de las personas y del grupo, que sí es un valor en sí mismo. Del mismo modo, la dieta no es un valor en sí misma, sino un vehículo para optimizar la obtención de energía y evitar efectos adversos en el rendimiento físico y mental, que sí son valores en sí mismos.
En definitiva, lo mejor de conocer el mundo y a las personas que lo habitan es darnos cuenta de que todo lo que vemos parte de un contexto. Y que, a veces, las cosas no son como querríamos que fueran, sino como inevitablemente deben ser dadas las circunstancias reales y locales en las que se desarrollan.
Entrenador: olvida las frases hechas sobre el liderazgo. Tómalas como referencia general, si quieres. Pero como siempre, ten en cuenta que el verdadero arte está en elaborar tu método en base al contexto en el que se asienta el grupo de trabajo.
Ahora es momento de volar de vuelta a Europa. ¡Nos vemos!