Existen numerosas maneras de auto engañarse y una de las más frecuentes ocurre al reflexionar sobre nuestro verdadero potencial como deportistas, ya sea de nivel medio, alto o élite. A menudo, me he encontrado con atletas que, sin haber logrado resultados destacados en competición, pasan toda su carrera convencidos de que su potencial algún día los llevará a lo más alto. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos, esto termina en frustración. Pero, ¿por qué ocurre este fenómeno? ¿Cómo influyen el juicio del deportista — y, con demasiada frecuencia, el juicio de su entrenador — en la percepción de la realidad frente a sus posibilidades reales?
El filósofo francés Jean-Paul Sartre es una de las figuras que mejor argumentó a favor de una de las posturas filosóficas más influyentes en el ámbito de la ontología: el existencialismo. Según esta corriente, la existencia precede a la esencia, en contraposición al esencialismo, que sostiene que la esencia precede a la existencia.

¿Qué significa esto para el ser humano? Básicamente, tres cosas:
1. Libertad absoluta.
2. Autocreación.
3. Angustia existencial.
¿Alguien conoce a algún deportista de alto nivel que no haya experimentado los retos de estas concepciones a lo largo de su carrera deportiva?
En nuestro deporte, como en cualquier otro, la existencia precede a la esencia. Esto significa que el rendimiento en competición, como manifestación tangible de nuestras capacidades, debe ser el punto de partida para evaluar nuestro potencial. Sin embargo, a menudo evaluamos el rendimiento actual o pasado basándonos en un esquema que compara estos resultados con un supuesto “nivel potencial”.
El problema radica en que este “potencial” suele estar basado en especulaciones o impresiones extraídas de los entrenamientos, en lugar de hechos reales y medibles. Por eso, a la hora de analizar cómo compite o ha competido un deportista, su “potencial” debe evaluarse en función de su rendimiento en competición, no en base a suposiciones. La competición es la materialización de nuestro nivel y potencial. En el ámbito deportivo, valemos lo que vale nuestro rendimiento en competición. Esa es nuestra existencia, y a partir de ella construimos nuestra esencia.
Poniéndonos en posiciones de Sartre, un deportista se define a sí mismo a través de sus resultados en competición. Al mirar hacia atrás, estos resultados serán los que determinen su esencia.
Como entrenador, me esfuerzo cada vez más por no caer en la autocomplacencia. La competición es el espejo en el que nos reflejamos constantemente y la fuente más valiosa de información sobre nuestro verdadero nivel. En los últimos años, he priorizado evitar el consuelo de aferrarme a “potenciales” imaginarios, que no tienen base en la realidad. Prefiero enfrentar el dolor que conlleva aceptar los hechos tal como son, antes que sucumbir a la aparente dulzura del autoengaño.
La existencia precede a la esencia