Esto no parece un equipo, ¡cada cual va a su rollo!
¿Cuántas veces hemos sentido esto u oído comentarios al respecto? La dinámica competitiva es inherente a cualquier equipo deportivo pero, lejos de ser una amenaza, puede convertirse en una poderosa herramienta para el progreso colectivo.
Friedrich Hayek, en su influyente obra Camino de servidumbre (1944), analiza con profundidad los mecanismos de competencia, subrayando cómo su adecuada gestión puede generar beneficios tanto para los individuos como para las organizaciones. Este enfoque nos ofrece lecciones valiosas para comprender cómo las tensiones competitivas entre los agentes de nuestro equipo pueden impulsar su desarrollo general.

La Competencia: Una Realidad Ineludible
He trabajado durante casi 20 años en un entrono de Equipo Nacional. Por mi experiencia, ahora puedo decir que negar la verdadera naturaleza de un Equipo Nacional en deportes como Canoe Slalom es un error de diagnostico importante que puede acabar matando al paciente.
Estos equipos son, en su mayoría, conglomerados de grupos de trabajo que sí son genuinamente equipos. Los grupos de trabajo a los que me refiero tienen su propio entrenador, su par o tres de deportistas, quizá su preparador físico y su propio psicólogo. Desde el punto de vista de la psicología de grupos, estos grupos de trabajo conformarían un grupo primario con un objetivo y método común.
Desde mi punto de vista, esta es la realidad que debe ser gestionada, pero no tratando de esconderla bajo la alfombra sino todo lo contrario.
Las tensiones generadas entre miembros de estos grupos de trabajo no son un signo de disfuncionalidad; por el contrario, reflejan nuestro deseo natural de mejorar y destacar. Reconocer esta realidad y abordarla de manera proactiva nos permite crear un ambiente en el que la rivalidad se canalice hacia objetivos constructivos.
En demasiadas ocasiones, como líderes de un equipo de un deporte individual como Canoe Slalom, confundimos nuestra visión de los objetivos con la visión que tenemos sobré cómo debe ser el día a día. Conviene no mezclar los objetivos con los medios, ni los medios con la metodología, ni la metodología con los principios éticos. Los objetivos y los principios éticos son el marco de trabajo, los medios y metodología son elementos de libre disposición dentro del marco de trabajo.
Por ello, considero que es importante lo siguiente:
1. Regular el marco de la competencia
Desde el liderazgo pueden establecerse, como decía antes, los objetivos y principios que orientan al equipo. Es esencial crear este marco de manera clara, justa y positiva.
2. Convertir la competencia en una fuente de creatividad
Las tensiones bien gestionadas no solo generan esfuerzo, sino también creatividad. Inspirados por la rivalidad, podemos explorar nuevas estrategias, perfeccionar nuestra técnica y buscar soluciones innovadoras. Canalizando esta energía hacia metas comunes transformaremos la competencia en una herramienta de aprendizaje y crecimiento continuo.
3. Centralizar objetivos, descentralizar la ejecución
Nuestro equipo necesita objetivos claros y centralizados que sirvan como guía para todos nosotros. Sin embargo, la ejecución de estos objetivos debe ser descentralizada, permitiendo a cada grupo de trabajo del equipo adaptar sus métodos a sus fortalezas y necesidades. Este equilibrio fomenta tanto la autonomía como la cohesión del grupo.
Evitar la Exclusión y Fomentar la Inclusión
Si bien la competencia puede ser positiva, también conlleva el riesgo de excluir a ciertos miembros del equipo si no la gestionamos adecuadamente. Para prevenir esto, debemos tomar medidas específicas que aseguren la inclusión de todos:
• Eliminar focos de monopolio
Evitemos que ciertos individuos acaparen todos los recursos o protagonismo. Seguramente acaparen ayudas, becas y dinámicas porque sus méritos deportivos así lo permiten, pero desde una visión de equipo la distribución equitativa de oportunidades fortalecerá la moral del equipo y evitará divisiones internas.
• Facilitar el acceso desde niveles inferiores
Los deportistas que se incorporan desde categorías o niveles más bajos suelen enfrentarse a barreras que dificultan su integración. Si suavizamos estas transiciones mediante apoyo adicional y un entorno acogedor, garantizaremos que el talento emergente tenga la oportunidad de desarrollarse plenamente.
Conclusión
Gestionar de forma efectiva la competencia interna, inspirándonos en los principios de Hayek, nos permite convertir las tensiones naturales de un equipo en una fuente de progreso y cohesión. Reconocer la realidad de la competencia, regular su marco, fomentar la creatividad y garantizar la inclusión son estrategias clave para transformar la rivalidad en una herramienta que eleve tanto nuestro rendimiento individual como colectivo. En este contexto, la competencia no solo es una realidad inevitable, sino también un pilar fundamental para el éxito de cualquier equipo deportivo.